¿Podrianos cambiar la pagina?


Cuando escribo, deseo.
Deseo que todo no sea mas que un pequeño jardin que cuelga de mis ojos, y se balancea al viento tibio de la memoria.
Espero no desaparecer.
Te espero.



sábado, 4 de diciembre de 2010

Yo solo quería que ella fuese

Yo solo quería que ella fuese
Una pequeña ojiva nuclear de dos megatones implosionando en mi garganta.
El cono frágil de la luz marchita.
Los pétalos gigantes del mundo que invento a la deriva.
El sueño atravesado en mis cosquillas.
Las cosquillas que suelo jugar en las partidas de póquer contra los que se han ido.
El motivo para redactarte en una noche, las cláusulas del contrato amoroso.
Las letras minusvalidas que no uso por mi poca capacidad a recordar palabras memorables.
El sonido ultimo de la lluvia condensada que tuviste cuando lloraste.
La ultima luz que lloraste y había sol.
El sol de los dos, en otros dos extraños.
El aroma a jengibre.
El aroma a cubierta en un mar enamorado.
Las crestas sucias de los magos del circo en el camino.
Las piedras que se me cuelan por los agujeros de los zapatos.
El zapato que perdí al cruzar la eternidad.
El segundo que perdí al cruzar esa misma eternidad.
La eternidad que perdí al cruzarme con vos.
Vos caminando la eternidad.
Los goznes herrumbrados de un cisne de cartón.
El pequeño fuelle que hacia respirar los parpados.
Las condecoraciones del compañero carpintero.
Las casas decoradas con trocitos de chocolate.
El diluvio en el cuero del invierno.
Las obviedades que cometo cuando mastico tu distancia.
La distancia que se afila con tiempo.
Esa misma distancia que nos corta con precisión de juglar.
La distancia que se corta a si misma con la risa del juglar anterior.
Los difuntos y sus salivas menores.
El universo que reconozco como propio, pero es tan extraño.
Y por fin… Tu amor.

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