¿Podrianos cambiar la pagina?


Cuando escribo, deseo.
Deseo que todo no sea mas que un pequeño jardin que cuelga de mis ojos, y se balancea al viento tibio de la memoria.
Espero no desaparecer.
Te espero.



domingo, 19 de diciembre de 2010

nebo.

Escoba de colores. Ciudad de clavos.
Los hombres negros. El celo particular de alguna mujer cayéndose en
profundidad de bacilo. No te quejes. No claves fantasmas en la ventana
abierta. Clavos que cualquier niño clava, porque cualquiera tiene
martillos en su hogar. Y afuera acechan los árabes, como desde hace tanto. Escuela de clavadores. Se les enseña a no desperdiciar clavando para que a ultimo momento se doble el clavo y haya que sacarlo para reiniciar la tarea. A tomar el martillo de la mejor forma y no hacer un esfuerzo inútil, y no cansarse tanto de clavar y clavar. Escuela que enseña que clavar, en que momento, en que lugar. Pero, a pesar de eso, los pequeños clavan cuando quieren, aburridos o absurdos. Clavan cualquier cosa, o se clavan entre ellos. Solo cuando un acero en el costado del clavado, allí en ese instante, se asustan y vuelven llorando a sus casas jurando abandonar el habito de clavar. Pero, a la mañana temprano, vuelven olvidados, la memoria frágil de clavadista. Y clavan y clavan, hasta que ya grandes y cansados abandonan el clavar y clavarse; y viven su resto añorando cuando eran jóvenes y clavaban, y se clavaban...

El resto, lo que resta, son pequeñísimos fragmentos de otra vida, antes entera. La suavidad de la marea, a fuerza de entrar y salir, de mover, fue quitándole aspectos, fue lijando cada arista hasta que las rugosidades desaparecieron. El sueño es una línea. Línea deformada en una vocal graciosa...

Nos encontramos de casualidad. Eras otra.
Ese día, los monos saltaban enjaulados,
y cada árbol era una explosión.
Caminamos un fragmento tras otro,
uno tras otro, hasta que él se asfixió.
Me pare detrás de un incendio; y me fui,
sin saludar. Era otra forma de encontrarte.
Los higos siguen siendo avellanas,
las alondras son paquetes de caramelos,
días rojos como corazón en polvo.

Clavos en maderas que clavan los azulejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario