¿Podrianos cambiar la pagina?


Cuando escribo, deseo.
Deseo que todo no sea mas que un pequeño jardin que cuelga de mis ojos, y se balancea al viento tibio de la memoria.
Espero no desaparecer.
Te espero.



viernes, 12 de noviembre de 2010

Lectura Amorosa

Leemos al otro.
Emociones
en el muro anquilosado,
en la penetración bárbara,
en las agonías
que nos preceden.
¿Y acaso seria bueno derivar virtudes
en los otros?
En aquel que establece territorio,
en la ojiva nuclear a punto de caramelo.
Querría que suceda,
pero es tan vasto
el contorno oscuro de acaso infierno,
o rabia acuartelada.
Nos movemos por motivos,
llovizna
que perturba,
sonrisa de estaño,
y aquellos caballos que cruzan a toda prisa el sueño que se desvanece.
Separo las palabras,
las agrupo en turnos,
se me escapan por los poros,
los detengo,
se burlan,
¿son más importantes que nosotros, y lo saben?
La memoria se me marchita.
Pongo termino
a esta escoria,
los bordes salobres,
el obrero que se fuga,
y la ciudad que fenece allí donde el bosque encubre las atrocidades
del viento.
Termino en un sesgo
lo atonal.
¿Sabrías, que me tiemblan las manos cuando
trato de acariciarla?
De que no termine su huida en un aroma,
que ponga sus vestidos
cerca de la cornisa
y baile para mí,
para mi prosa, escalones hacia la tertulia, que nunca acaba.
Pero, y es parte de lo actuado, ella
se esparce,
caduca,
moja mi trasluz, y se va,
por el renglón intransitable;
oigo su irregular sonrisa,
mueca de España,
evaporarse.
¿Leemos al otro en el cielo?

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