¿Podrianos cambiar la pagina?


Cuando escribo, deseo.
Deseo que todo no sea mas que un pequeño jardin que cuelga de mis ojos, y se balancea al viento tibio de la memoria.
Espero no desaparecer.
Te espero.



sábado, 1 de enero de 2011

aglaia.

Preparado. Das vueltas.
Moco el tono, como loco. Las ásperas de tu olor desbordan el arrozal.
No invoco, solo retuerzo.
El honor salado. Las alcantarillas nidos.
Los pobres de ridículo y sus crías.
La salmuera.

Ella canta en un tono de sangría. Se desboca el rumbo de ese sol estacionado en la comisura de su boca, como si encendiera el primer fuego de Babilonia hasta Roma y sus zánganos. Entona los trucos, tiende el ruido hasta obligar a que hable y cuente que hizo con los medos, con las algas, con cada pequeña y exuberante mancha de pezón coronado. Ella canta. Motivos para plicas. Exijo los ruidos del estero, el monóculo hervido a través de desaparecer. Despertador alumbrado. El día esta sucio. Protesto el enjambre, cada ojo que mira a los ojos. Solo sabré de enmarcarte.

Enmarcarte
con tiza de estepa, en un lienzo de guinda como nunca podría haberlo ni siquiera hilo.
Enmarcarte
en los sastres, en las acobardas que conozco por no haber sabido a tiempo despido.
Enmarcarte
laboriosamente, crujiendo cálculos de soporte para que no te hieras y mieles velando.
Enmarcarte
para liendre que no era. Para extrañándote el mote y los velos y las arañas destejiendo el desierto.

Y los cuervos graznan en un planear de hojas negras.
Quisiera poder presenciarlo.

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