He resuelto,
lo digo aquí y ahora con una serie de testigos improbables
y pecaminosos,
no nombrarte más.
Tomando esta distancia sideral que hay en esta hoja
y que va retozando por las escandalosas losas
que componen este material iridiscente,
no voy a olvidar en nombrarte
cada vez que algo horrible me suceda.
Por ejemplo… Por ejemplo.
Que el cielo se endurezca,
que el techo duela,
que los bordes de los muertos me sonrían,
que cada palabra
se deshaga en tinta de Australia…
Y así, hasta que nos ahogue el amanecer.
Pero, si consigo olvidar tu nombre,
que creo es lo que me va a suceder,
mis jardines serán bendecidos por
esos objetos
que se quedan mirando mi estar parado
en ese mundo quieto,
de modo irreversible,
en una silenciosa y protectora banalidad agobiante.
Eh, amigos, he muerto en vida,
vengan a ver mi descomposición,
varado entre Esparta y Antioquia,
mirando cada letra que se forma
cuando gotea de mis venas
solo tinta de Australia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario