¿Podrianos cambiar la pagina?


Cuando escribo, deseo.
Deseo que todo no sea mas que un pequeño jardin que cuelga de mis ojos, y se balancea al viento tibio de la memoria.
Espero no desaparecer.
Te espero.



viernes, 15 de julio de 2011

manza.

Ella se me acerca desbandada.
Es una calle oscura; y me dice: Laucha, pudre de ojos para palabras.
Y se quita lentamente los ojos. Luego, más atrás, y después nada.
Me quedo quieto ante sus despojos. Ante su despojo. Los arrabales, mas arriba, miran huecos en los huecos, y más agujeros; y más allá.
Me salgo del boquete. Algunos se acuchillan ante mis dedos enmarañados, pero no puedo ver que busquen algo entre la sangre y los flecos y las gráciles uñas que despilfarran trocitos de tetas o panza o flema. Me salgo de los lindes. Una sombra oxigena temperas quietas dejadas entre polvos, lámparas o numeradoras usadas por ausentes. El pegoteo de los vientres unidos por un hilo de salvado. Entrega inmediata y sexo escarchado. Miro el momento del foco, la estupida anunciada en un suburbio de mantel sucio y leo:

Lagunas de perfil, ausencia de las liebres.
Más allá de la velocidad, entro por decir
que no cabe ni una de las palabras que aun decaen
solo por quererlas demasiado
o no darles maíz o termita por dentro.
Salven la lengua. Encuadernen su bilis
en una opaca suavidad
que las salve.
Lenta, suma el copete. Los necios, negros. el plexo
de tu aldea.
Hay una plazoleta de mechones de nardos
en tu fiesta.
Olisqueo el candor de la cuerda alrededor
de tu cuello.
Madre de lámparas y tornillos,
¿te habré dejado
para dejarte?
o simplemente es la tramoya.
Oigo el motín,
lo oigo,
pero espero no cruzar por el celo.
El olor cerca al patíbulo,
lo hace enmantecar
al corazón.

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